Las farolas son como las personas importantes de tu vida.
Por mucho que las ignores,
ellas no se van.
Por inútiles que te parezcan a plena luz del día,
ellas no se van.
Por mucho que creas que ya no las necesitas,
ellas se quedan.
Ahí están, siempre al lado del camino
todo lo cerca que se puede estar,
sin molestar, sin buscar protagonismo,
sin llamar tu atención.
Se conforman con que tu sepas que están ahí,
que no se mueven ni se moverán.
Que cuando llegue la noche
y las busques
y las necesites,
ellas ahí seguirán, dispuestas a darte su luz.
Y el día en que se apaguen,
porque un día se apagarán,
ojalá hayan otras que quieran seguir alumbrándote.

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